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muchos periglos, plazerme ía de coraçón si pudiese escusar de non lo dar,
El Conde Lucanor
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mas pues queredes que vos conseje, et non lo puedo escusar, dígovos que
querría mucho que sopiésedes cómo contesció a un gallo con un raposo.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde -dixo Patronio-, un omne bueno avía una casa en la montaña,
et entre las otras cosas que criava en su casa, criava siempre muchas galli-
nas et muchos gallos. Et acaesçió que uno de aquellos gallos andava un día
allongado de la casa por un campo, et andando él muy sin reçelo, violo el
raposo et vino muy ascondidamente, cuidándolo tomar. Et el gallo sintiólo
et subió en un árbol que estava ya cuanto alongado de los otros. Cuando el
raposo entendió que el gallo estava en salvo, pesól mucho porque nol pu-
diera tomar et pensó en cuál manera podría guisar quel tomasse. Et en-
tonçe endereçó al árbol, et començól a rogar et a falagar et assegurar que
descendiesse a andar por el campo como solía; et el gallo non lo quiso
fazer. Et desque el raposo entendió que por ningún falago non le podía en-
gañar, començól amenaçar diziéndol que, pues de l non fiava, que él
guisaría cómo se fallasse ende mal. Et el gallo, entendiendo que estava en
su salvo, non dava nada por sus amenazas nin por sus seguranças.
Et de que el raposo entendió que por todas estas maneras non le podía en-
gañar, endereçó al árbol et començó a roer en él con los dientes et dar en él
muy grandes colpes con la cola. Et el cativo del gallo tomó miedo sin
razón, non parando mientes cómo aquel miedo que el raposo le ponía non
le podía enpeçer, et espantóse de valde et quiso foir a los otros árboles en
que cuidava estar más seguro, que non pudo llegar al monte, mas llegó a
otro árbol.
Et de que el raposo entendió que tomava miedo sin razón fue en pos él; et
assí lo levó de árbol en árbor fasta que lo sacó del monte et lo tomó, et lo
comió.
Et vós, señor conde Lucanor, a menester que, pues tan grandes fechos
avedes a pasar et vos avedes de partir a ello, que nunca tomedes miedo sin
razón, nin vos espantedes de valde por amenazas, nin por dichos de ningu-
nos, nin fiedes en cosa de que vos pueda venir grand daño, nin grand peri-
glo, et puñad siempre en defender et en anparar los lugares más postrimeros
de la vuestra tierra; et non creades que tal omne como vós, teniendo gentes
et vianda, que por non seer el lugar muy fuerte, podríedes tomar peligro
El Conde Lucanor
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ninguno. Et si con miedo o con reçelo valdío dexardes los lugares de cabo
de vuestra tierra, seguro sed que assí vos irán levando de logar en logar
fasta que vos sacassen de todo; ca cuanto vós et los vuestros mayor miedo
et mayor desmayo mostrássedes en dexando los vuestros logares, tanto más
se esforçarán vuestros contrarios para vos tomar lo vuestro. Et cuando vós
et los vuestros viéredes a los vuestros contrarios más esforçados, tanto
desmayaredes más, et assí irá yendo el pleito fasta que non vos finque cosa
en el mundo; mas si bien porfidiardes sobre lo primero, sodes seguro, como
fuera el gallo si estudiera en el primero árbol; et aun tengo que cumpliría a
todos los que tienen fortalezas, si sopiessen este exiemplo, ca non se
espantarían sin razón cuando les metiessen miedo con engaños, o con
cavas, o con castiellos de madera, o con otras tales cosas que nunca las
farían sinon para espantar a los cercados. Et mayor cosa vos diré porque
beades que vos digo verdat. Nunca logar se puede tomar sinon subiendo
por el muro con escaleras o cavando el muro; pero si el muro es alto, non
podrán llegar allá las escaleras. Et para cavarlo, vien cred que an mester
grand vagar los que lo an de cavar. Et assí, todos los lugares que se toman o
es con miedo o por alguna mengua que an los cercados, et lo demás es por
miedo sin razón. Et çiertamente, señor conde, los tales como vós, et aun los
otros que non son de tan grand estado como vós, ante que comencedes la
cosa, la devedes catar et ir a ella con grand acuerdo, et non lo pudiendo nin
diviendo escusar. Mas, desque en el pleito fuéredes, non a mester que por
cosa del mundo tomedes espanto nin miedo sin razón; siquier devédeslo
fazer, porque es çierto que de los que son en los periglos, que muchos más
escapan de los que se defienden, et non de los que fuyen. Siquier parat
mientes que si un perriello quel quiera matar un grand alano, está quedo et
regaña los dientes, que muchas vezes escapa, et por grand perro que sea, si
fuye, luego es tomado et muerto.
Al conde plogo mucho de todo esto que Patronio le dixo, et fízolo assí, et
fallósse dello muy bien.
Et porque don Johan tovo este por buen exiemplo, fízolo poner en este li-
bro, et fizo estos viessos que dizen assí:
Non te espantes por cosa sin razón,
mas defiéndete bien como varón.
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