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casi carecer de sentido para ella.
- Los m�s cultos piensan que existe un Gran Baal, que hizo a los dioses menores -
respondió al fin lentamente -. Pero, desde luego, mantenemos los antiguos cultos y
reverenciamos a los m�s poderosos dioses extranjeros tambi�n, tales como el Perkunas
de Littorn y Czernebog, Notam, Ammon de Cimberlandia, Brahma, el Sol... Es mejor no
desafiar su cólera...
- Ya entiendo...
Ap Ceorn ofreció cigarrillos y cerillas. Van Sarawak fumó y dijo quejosamente:
- Maldición! Ha debido de existir una �poca en que no hablaran ninguna de las lenguas
que yo conozco. Pero estoy completamente resuelto a aprenderlas aun sin hipnosis. Le
pedir� a Deirdre que me ense�e.
- A usted y a m�; a los dos - replicó Everard -.
Pero escuche, Van - y le informó de cuanto hab�a sabido.
- �Hum! - y el joven se frotó la barbilla -. No es muy bueno, �eh? Solo con que nos
dejen subir a bordo de nuestro veh�culo podemos despedirnos a la francesa. �Por qu� no
seguirles el juego?
- No son tan tontos - respondió Everard -. Pueden creer en la magia y no en el puro
altruismo.
- Es extra�o que estando tan atrasados intelectualmente tengan motores de
combustión.
- No. Es muy comprensible. Por eso les pregunt� sobre su religión. Esta ha sido
siempre puramente pagana; aun el juda�smo parece haber desaparecido y el budismo no
ha influido mucho sobre ellos. Como hace resaltar Whitehead, la idea medieval de un Dios
Todopoderoso era importante para el progreso de la ciencia, pues les inculcaba la noción
de legalidad en la Naturaleza. Y Lewis Mumford a�adió que en los primitivos monasterios
se inventó el reloj mec�nico por la necesidad que de �l ten�an para sus oraciones. Las
campanas parecen haber venido a este mundo m�s tarde.
Y Everard sonrió amargamente para ocultar la tristeza que sent�a.
- Es raro hablar as�; Mumford y Whitehead no han vivido nunca.
- Sin embargo...
- Espere un minuto - volvióse hacia Deirdre -.
- �Cu�ndo fue descubierto Afallon?
- �Por los blancos? En 4827.
- �Hum! �Desde cu�ndo empieza usted a contar?
Deirdre parec�a inmune a ulteriores alarmas.
- Desde la creación del mundo. Por lo menos, desde la fecha que algunos filósofos nos
han dado.
Esto es, hace cinco mil novecientos sesenta y cuatro a�os.
Lo cual coincid�a con el parecer del obispo Usher, que la fijaba en 4004 antes de
Jesucristo - quiz� por simple coincidencia - pero, en cualquier caso, era un elemento
sem�tico en esta cultura. La historia de la Creación seg�n el G�nesis era tambi�n de
origen babilónico.
- �Y cu�ndo se usó el vapor por vez primera para mover veh�culos?
- Hace unos mil a�os. El Gran Druida Boroihme O'Fiona...
- No importa - Everard encendió su cigarro y meditó largo rato antes de volverse hacia
Sarawak.
- Voy comprendiendo el cuadro - le explicó -. Los galos eran algo m�s que un pueblo
b�rbaro, como la gente cree. Aprendieron mucho de los comerciantes fenicios y
colonizadores griegos, as� como de los etruscos de la Galia Cisalpina. Eran una raza muy
en�rgica y emprendedora. Por su parte, los romanos eran unos estólidos con pocas
aficiones intelectuales. Hubo escaso progreso t�cnico en este mundo hasta la Edad
Oscura, cuando el Imperio desapareció.
- En esta Historia, los romanos desaparecieron pronto, y lo mismo les ocurrió, casi de
seguro, a los jud�os. Mi sospecha es que, sin el equilibrio de poderes representado por
Roma, los sirios suprimieron a los macabeos. Lo mismo, aproximadamente, que pasó en
nuestra historia. El juda�smo desapareció y, por tanto, no existió el cristianismo. Pero, sea
como fuere, hundida Roma, los galos obtuvieron la supremac�a. Emprendieron
exploraciones, construyeron mejores barcos, descubrieron Am�rica en el siglo IX. Pero no
adelantaron tanto respecto a los indios que estos no pudieran alcanzarles e incluso,
estimulados, constituir imperios propios, como el hoy existente Huy Braseal. En el siglo xi,
los celtas empezaron a experimentar con aparatos de vapor. Parece que tambi�n
obtuvieron pólvora..., quiz� de China, y que inventaron otras vanas cosas. Pero todo esto
son hipótesis m�as, sin base real, cient�fica.
Van Sarawak asintió.
- Creo que tiene usted razón. Pero... �qu� sucedió en Roma?
- No lo s� a�n. Pero nuestro punto clave est� ah�, poco m�s o menos.
Everard volvió su atención a Deirdre.
- Esto puede sorprender�a. Pero nuestro pueblo visitó este mundo har� unos dos mil
quinientos a�os. Por eso s� yo el griego, aunque ignore lo ocurrido desde entonces. Me
gustar�a saberlo con su auxilio. Creo que es usted una buena estudiante.
Ella se ruborizó y bajó las pesta�as largas y oscuras, como no suelen verse en las
pelirrojas.
- Celebrar� ayudarle en cuanto est� en mi mano - y, repentinamente, suplicó -: Pero, en
cambio, �nos ayudar� usted?
- No lo s� - repuso, vacilante, Everard -. Me satisfar�a hacerlo, mas no s� si podremos.
Porque, despu�s de todo, mi tarea consiste en condenarte a muerte a ti y a todo tu
mundo.
5
Cuando Everard entró en su habitación, advirtió que aquella hospitalidad era m�s que
generosa. El estaba harto cansado para aprovecharse de ello, pero, al menos (pensó al
borde del sue�o), la esclava al servicio de Van no quedar�a defraudada.
Se levantaban all� temprano. Desde sus ventanas, Everard vio guardias paseando por
la playa; no les retra�a el fresco matutino. Bajó con Van Sarawak a desayunar, y all� el
tocino, los huevos, las tostadas y el caf� dieron el �ltimo toque a su ensue�o. Ap Ceorn
hab�a bajado a la ciudad a conferenciar, seg�n les dijo Deirdre, la cual, depuesta toda
desconfianza, charló alegremente de trivialidades. Everard supo que ella pertenec�a a un
grupo de aficionados al teatro que, a veces, daba representaciones de cl�sicos griegos en
su idioma propio; de ah� su soltura al hablarlo. Le gustaba cabalgar, cazar, navegar a
vela, nadar...
- �Vamos a hacerlo? - propuso.
- �El qu�?
- Eso; nadar.
Y Deirdre saltó de su asiento. Estaban en el prado, entre flores color de llama.
Se despojó inocentemente de sus ropas y echó a correr. Everard creyó o�r un sordo
crujido cuando Sarawak cerró las mand�bulas.
- �Vengan!. - rió ella -. �Paga el �ltimo! Ya estaba casi en el agua cuando los dos
hombres echaron a correr. El venusiano gru�ó:
- Yo procedo de un planeta c�lido. Mis antepasados eran indonesios. P�jaros
tropicales.
- Y tambi�n hab�a algunos holandeses, �no? - preguntó Everard.
- ...que tuvieron el buen sentido de marchar a Indonesia.
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